LECTURA
Complementaria 1:
Condiciones
de Vida y Salud. Pobreza y los nuevos retos desde el espacio local
Vinculando
calidad de vida y desarrollo observamos que los beneficios, como los costos de
la globalización se han distribuido de manera muy desigual e injusta a nivel de
países y de grupos humanos al interior de los mismos. Existen regiones del
planeta en las que las desigualdades e inequidades se expresan con mayor fuerza
afectando particularmente a los grupos más vulnerables, niños, mujeres,
ancianos y comunidades aborígenes.
La
hegemonía y predominancia a finales del siglo pasado de las lógicas económicas
sobre lo social ha producido y sostenido en los países de la región un
deterioro significativo de las condiciones de vida y salud de sus habitantes,
produciendo extensos escenarios de exclusión social así como degradación
del medio ambiente global y regional.
Como
resultado de ello, el inicio del nuevo milenio nos ha mostrado un escenario en
el que tal vez como nunca antes, las condiciones de vida y las diferencias
entre ricos y pobres conforman un contexto marcado por profundas desigualdades
e inequidades en el campo económico, social, así como en el de la información y
del conocimiento tan necesarios para un desarrollo sustentable.
Para comprender un poco más esto y mostrar
evidencias ponemos en consideración que:
Si
consideramos tres niños, uno africano, otro sud asiático y un tercero europeo,
cada uno al nacer (representando al promedio del país) tiene una expectativa de vida de 50 años. Pero los datos del africano y del
sud asiático provienen de 1970, mientras que el dato del europeo correspondería
al año 1901.
En los últimos 100 años, la expectativa de vida para los niños
europeos aumentó alrededor de 30 años y continua en continuo aumento. (Willets
et al., 2004). Por el contrario, entre los años 1970 y 2000 la expectativa de vida en Sud - Asia se elevó en 13 años, mientras que para
un niño del África sub - sahariana durante el mismo período, la expectativa se
elevó solo por 4 meses (UNDP, 2005). En países pobres la mortalidad materna
alcanza la tasa de 500 en 100.000 nacidos vivos, en Suecia la tasa es de 2 por
100.000 nacidos vivos.
Esta
situación genera fenómenos de exclusión social al reducir importantes segmentos
de la sociedad a condiciones de supervivencia en razón del escaso interés
económico, social y político que estos grupos representan en dicha lógica. Esto
se manifiesta tanto en los países ricos como en los pobres, visualizándose en
la segmentación del mercado de trabajo especificado por edad, sexo y educación
y en la relación existente entre situación laboral, pobreza y salud.
Así,
el comienzo del tercer milenio encuentra
a la Humanidad
en un punto de avance tecnológico y del
conocimiento como nunca antes en la historia. El desarrollo de las
comunicaciones y la informática han acortado las distancias de modo sustantivo.
En el campo científico, sólo en las últimas cuatro décadas de la historia de la
humanidad se pasó de descubrir la estructura del ADN a descifrar la secuencia
del genoma humano. Paradójicamente estos
avances se dan en el marco de situaciones de enorme desigualdad en las
condiciones de vida de las poblaciones uno de cuyos indicadores es el
resurgimiento de enfermedades infecciosas propias de la pobreza y el subdesarrollo.
Ante
esta situación, se esta construyendo un consenso internacional que define que
las condiciones de vida depende más de la manera de utilizar los ingresos
adicionales generados por el crecimiento económico que del propio crecimiento
en sí y sobre todo de la adopción y aplicación de políticas destinadas a
ampliar adecuadamente los servicios públicos para reducir la carga de pobreza.
El Desarrollo Humano vinculado a Calidad de Vida debe asociarse a dignidad
humana, igualdad de oportunidades y equidad. Vinculando también la salud, la
educación, el crecimiento económico, un ambiente y entorno saludable y la
libertad humana vinculadas a la democracia y los derechos humanos.
La
afectación de la calidad de vida determina la situación de salud de una
población, incrementando los riesgos de enfermar o morir y nos vuelve más
vulnerables y menos defensivos ante los factores que afectan nuestra salud.
Veremos con el desarrollo del curso que la gestión social de salud se avoca a
dimensiones que superan la intervención sobre cómo atenuar los daños y se
dirige a mejorar las condiciones de vida de nuestras comunidades.
Esta
intervención es competencia y responsabilidad para llevarla a cabo en el
espacio local. De allí, que toda vez que se defina una política pública
participativa, e integradora de sectores exige incorporar la dimensión de la
calidad de vida y privilegiar el bienestar ciudadano recuperando la conciencia
colectiva. En el espacio local debatir el mejoramiento de las condiciones de
vida y la satisfacción de las necesidades básicas requiere de establecer
políticas de desarrollo humano en el que salud tiene mucho que decir
participando activamente en las discusiones estratégicas que definen e
implementan un plan de desarrollo local.
Así
lo prevé la OPS –
OMS cuando vincula salud y desarrollo
para reducir las desigualdades, reducir los impactos de las crisis, conformar
programas integrales de bienestar social, mejorar las condiciones de vida y de
salud de las mayorías, transformar los sistemas de salud dando énfasis a la
promoción de la salud y prevención y control de daños y riesgos, con una mayor
participación social de la ciudadanía organizada e intervenir sobre los
determinantes sociales de la salud.
Se
reconoce que el deterioro de las condiciones de vida genera impactos negativos
sobre la salud de nuestras comunidades y condicionan y limitan el desarrollo.
Desde esa perspectiva la pobreza, es quizás el mayor flagelo que azota nuestro
planeta. Es el núcleo desde donde se originan y determinan los problemas que
hacen a la salud individual y colectiva. La pobreza se asocia a todos los
determinantes que generan y producen daños, físico, psíquicos y sociales. La
pobreza se asocia a violencia urbana, doméstica, maltrato a mujeres y niños, al
deterioro del medio ambiente, a la predominancia de enfermedades transmisibles,
al SIDA, a las adicciones, a generar grandes migraciones a otros países o a los
grandes conglomerados urbanos, a xenofobias, hasta la guerra y el terrorismo
tiene un trasfondo de pobreza generando los fanatismos ideológicos.
La
pobreza niega las condiciones de supervivencia y limita las oportunidades de
mejorarlas. Un niño pobre además de padecer todo lo asociado a ella, no tiene
oportunidades o son muy limitados los recursos para salir de ella y lograr una
vida sana y socialmente útil. Asumamos que mueren por hora 1200 niños en el
mundo, todos debido a la pobreza, su única patología. Esto se puede prevenir,
la muerte por desastres naturales de gran magnitud en la mayoría de las veces se
hace difícil evitarlas. La pobreza se puede revertir y evitar, esa es una
diferencia importante. Solo se requiere
globalizar la solidaridad.
Un
desarrollo humano debe evitar enfermedades y muertes evitables, debe dar
educación para todos, debe contribuir a superar las desigualdades de género y la creación de condiciones para
conseguir crecimiento económico sostenido.
Pero a pesar de estas
orientaciones y principios, al cual han adherido casi todos los países del
mundo, seguimos observando que las políticas comerciales de los países ricos
niegan o cierran oportunidades a los más pobres, generando aumento de la
inseguridad y de conflictos bélicos con la consecuente violación de los
derechos ciudadanos. Según datos de organismos internacionales, en el año 2003, 18 países con una población total
de 460 millones de personas bajaron su puntuación en el Índice de Desarrollo
Humano (IDH) respecto de 1990. En medio de una economía mundial que para ese
período era significativamente más próspera, 10,7 millones de niños no viven
para celebrar su quinto cumpleaños y más de 1.000 millones de personas
sobreviven en condiciones de pobreza con menos de un dólar al día. Por su
parte, la epidemia del VIH/SIDA ha causado el retroceso más grande en la
historia del desarrollo humano y en 2003 cobró la vida de tres millones de
personas.
Habrá que pensar en la crisis
económica mundial manifiesta en el 2008 cómo impactará a nivel de la región, en
los países y dentro de ellos. El desempleo es masivo, con la consecuente baja
en el consumo interno y caída de la producción de las economías regionales que
llevan a un ciclo recesivo que impactará en especial en los grupos más
vulnerables y excluidos social y económicamente.
Las cifras mencionadas o las que
se generen en la crisis actual son y siguen siendo inaceptables éticamente, y
requiere modificar las reglas de juego económicas donde la libertad económica
debe estar subordinada a la generación de igualdades para disminuir esta
vergüenza humana. Es necesario construir una conciencia mundial que permita a
los países pobres así como en los sectores excluidos de los países ricos,
mejorar sus condiciones de salud y acceder a una vida digna En un mundo donde
las tecnologías de la comunicación integran, hacen que la pobreza sea
económicamente ineficaz, políticamente insostenible y moralmente indefendible
tal como lo manifestó Nelson Mandela asociándola como equivalente a la
esclavitud y el apartheid.
El espacio local, facilita
incorporar la pobreza en la agenda de las gestiones de desarrollo y salud, debido a que las problemáticas asociadas a
ella son expresadas con mayor facilidad, son más sentidas y tiene rostro humano
y se discute en lo cotidiano de una comunidad. Esta es quizás una diferencia
sustancial con la pobreza que se discute a nivel de los foros internacionales.
La pobreza, se transforma en otro reto a que esta sujeto la gestión local por
lo que requiere mejorar la capacidad de intervención de los gobiernos así como
de la sociedad civil sobre ella.
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